Madre mía cuenta la historia de la enfermedad y el fallecimiento de la madre de la autora.

Del Campo narra el periplo de vuelta para cuidar de su progenitora hasta su muerte. La novela no se centra exclusivamente en la enfermedad y el duelo, sino que muestra la degradación de las relaciones en los momentos duros, así como la culpa que nos auto imponemos ante nuestros familiares enfermos. Con gran sinceridad y una honestidad casi insolente, la autora va desgranando el duro viaje que supone la enfermedad y como esta afecta no sólo al enfermo sino a aquellos que le cuidan. Esa carga impuesta y que en ocasiones se torna dolorosa y compleja es uno de los temas fundamentales de una obra que además, ahonda de forma certera en la responsabilidad con nuestros padres y el amor como sentimiento impuesto.

Florencia del Campo no busca redimir ni sí misma, ni ninguna otra persona, en la narración. La dolorosa perdida está presente en varios momentos del libro, la enfermedad impregna cada página y la culpa se convierte en un sentimiento más de una narradora que busca encontrar su lugar lejos de su tierra natal. La extranjería y el sentimiento de pérdida se funden en la historia que está marcada por la falta de justificaciones. Más que explicaciones, la narración aporta múltiples puntos de vistas y voces que van intercalando un texto muy rico, tanto en registros como en elementos narrativos. No deja de sorprender la inclusión de los informes médicos que van mostrando la evolución clínica de la enfermedad, un cáncer pulmonar, de la madre.

Es una lectura dura, en absoluto fácil de digerir pero no resulta forzada ni fingida. La propuesta no resulta veraz y genuina porque del Campo narre su propia experiencia, sino porque con una gran amplitud de voces y lenguas distintas, es capaz de mostrar el drama que puede ser tener a un familiar enfermo a miles de kilómetros. Entre ellas no sólo hay distancia física, sino también distancia sentimental. No siempre recurre la autora a una voz cruda y sincera, en ocasiones esa honestidad se muestra desde un prisma más irónico y desenfadado.