Comienza la historia en la mágica y colorida región montañosa de Bariloche y El Bolsón, en la Patagonia Argentina, lugar considerado por todos los que la han conocido, cómo uno de los más hermosos y afortunados rincones del planeta. Julián y Lucía, vivían allí. Eran jóvenes, se amaban y habían decidido seguir los mismos pasos de sus padres y sus abuelos. Transcurrían los primeros días de primavera, y cómo en años anteriores, empezaban los preparativos para iniciar su viaje a las montañas. Primero los bultos con baldes y latas, que contenían los enseres más pequeños. Después cajas, tarros, telas, toallas, utensilios de cocina, fósforos de cera, panes de jabón, peine, cuerdas, un cuchillo de monte, y un hacha recién afilado, que garantizaría la leña, para alimentar el acogedor fuego de la cocina, en la casa de La Veranada. Sus cuatro caballitos ?criollos?, sin ninguna precisión de raza, de crines largas y ojos vivaces, rondaban inquietos alrededor de la casa, cómo esperando el gran momento. Había mucho alboroto por todas partes. Los dueños de casa y sus animales, no paraban de ir de aquí para allá, ligeros y concentrados, cargando las cosas que llevarían en el viaje.
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