Una línea horizontal marca el límite entre cielo y mar, en la portada del libro. La sensual figura de una mujer desnuda se acerca a la playa, pareciendo haber transitado todas las visicitudes del mar para al fin arribar a tierra firme. En realidad, ha debido atravesar la línea horizontal en la que simula comenzar el mar, porque ella, que representa a todas las mujeres que el libro expone, proviene de ese sitio propio, singular y sólido, en el que Medina ha desarrollado su universo literario.

Por Alejandra Tenaglia

Recientemente editado por Galerna, “Mujeres y Amantes” es una novela de 470 páginas en las cuales el autor recorre el mundo femenino en sus distintas etapas, valiéndose para ello de Lucy, una adolescente que adora a Madonna; Soledad, una jovencita iniciándose; Caty, una mujer de más de 30 con sus idas y vueltas; y Etelvina, que narra desde la serena madurez la infancia en el campo, los años llevándola, los pequeños grandes hallazgos. No es menos cierto que el autor utiliza a este personaje para recordar a nuestros ancestros, aquellos que hicieron el país. Y así como Etelvina expone con sobriedad y por momentos desgarro, ese pasado de inmigración, valores y trabajo, Lucy, Soledad y Caty revelan con ebriedad una trama que ya es otra, con cambios en la red familiar y personal. No obstante estas diferencias de contexto, todas y cada una de ellas enrostran pasillos laterales de nuestra pulcra sociedad. Pero el sentido del humor surge justo cuando un latiguillo divertido se vuelve indispensable para recobrar el ánimo, y el modo ágil en que ha sido escrita allana el camino.
Estas cuatro partes fueron publicadas originalmente por separado (“Buscando a Madonna”, “Con el trapo en la boca”, “El secreto”, “Transparente”), cuando las necesidades del mercado -Medina era best seller por entonces- y los compromisos editoriales así lo requirieron. Hoy, con pequeñas modificaciones y supresiones, aparece en un solo tomo tal como había sido concebida. Y estas mujeres vuelven entonces a decir y amar, con todo aquello que quieren mostrar, aún cuando no puedan más que asomarse detrás de las palabras que el autor ha elegido desde “Las Tumbas”, para construir su universo literario y testimonial, intentando en esta obra abordar aquella parte de la realidad que escapa a su condición masculina. Pero las buenas plumas todo lo pueden, y el oficio de escritor destaja la misma realidad que se propone explicar, asumiéndola en sus peculiaridades hasta límites insospechados para el lector de paso. Porque en verdad, quien ha naufragado por “Perros de la noche”, “Gatica”, “El Escritor, el Amor y la Muerte”, conoce de antemano la virtud narrativa que Enrique Medina ha demostrado contando historias. Porque esas historias que cuenta nos dejan a menudo aturdidos, desnudos en nuestra humanidad que rehuye mirar ciertos costados que considera inhumanos. Porque se anima siempre a más, por ese sendero propio que ha abierto dentro de la Literatura Argentina, singular y profundo, hiriendo a veces como puñal en el alma. Sus personajes buscan en el sexo un bastión de vitalidad, en el decir un modo de ordenar sus vidas, en el mañana una posibilidad no esperanzada pero sí esperada, que se dará si se tiene que dar.
Enrique Medina nació en Buenos Aires, pasó su infancia en reformatorios hasta que, huyó por una puerta abierta que vislumbraba un abierto mundo esperándolo. En ese mundo supo ser, viajando incansablemente por Latinoamérica, cruzando aguas hacia Europa, Asia, África, Norteamérica, aún antes de que sus libros traducidos a varios idiomas llegaran a esas tierras. Libros que fueron prohibidos, agotándose cuando la censura liberó sus ventas. Por “Las muecas del miedo” –reeditada a comienzos de año- recibió la “Faja de Honor” de la Sociedad Argentina de Escritores. Por “Deuda de honor” el Premio Municipal en la categoría Relato. Como guionista de cine recibió además: 1) Cóndor de Plata de Cronistas Cinematográficos, 2) Premio ARGENTORES, 3) Premio Nacional. Parte de su obra fue llevada al cine y al teatro, no quedando género en el cual no haya incursionado: cuentos, novela, relatos, literatura infantil, ensayo.
Roberto Arlt ha afirmado la necesidad de que los libros encierren la violencia de un ‘cross’ en la mandíbula. Medina sabe dar ese ‘cross’, acercándonos a un espejo frente al cual, alzar la mirada, se vuelve ardiente necesidad.